martes, 29 de enero de 2008

Un cuarto de siglo desenterrando la raíz musical del sur

BANDA BORDEMAR:

Los conjuntos de música que cumplen 25 años son pocos, y los que llegan a esas alturas generalmente son conjuntos que tuvieron calidad desde sus inicios. Sólo la vocación, el profesionalismo y una auténtica entrega artística, logran estas condiciones. Bordemar está entre ellos.

Cuando hablamos de un cuarto de siglo, o más, de buena música, bien podemos pensar en grupos que han trascendido la escena nacional, por su legado a la cultural popular, trayéndonos a la mente a Congreso, Los Jaivas, Illapu, Inti Illimani, etcétera.

Bueno, la mayoría de éstos han debido dejar sus lugares de origen y trasladarse a la capital para desarrollarse.

El caso de la Banda Bordemar, formada en abril de 1983 en Puerto Montt, es el de un grupo de artistas que generaron un movimiento con identidad en torno a la música, pero sin dejar su territorio y produciendo desde la independencia. Este conjunto desde sus inicios tuvo en su seno a muchos artistas (cerca de 30 rotaron en su membresía), unos más profesionales en la música y otros de ocasión, pero todos finalmente identificados con la cultura del borde mar, que rescata el imaginario de la vida sobre los palafitos, a la espera de la alta y baja marea, donde se recolectan los productos marinos y se construyen las barcazas.

Quienes sobrevivieron a este entrar y salir de exponentes, integrantes de apoyo y músicos amigos, fueron finalmente el fundador de la banda, Jaime Barría, hijo de una antigua familia chilota y los también locales Soledad Guarda, en violoncelo y canto, Eugenia Olavarría en violín, Fernando Álvarez en guitarra y canto y la norteamericana Catherine Hall, en flauta traversa, considerada una mujer ya de arraigo en el Seno del Reloncaví.

LA MÚSICA DEL CALEUCHE



En su mayoría profesores de música, han realizado desde entonces un trabajo de búsqueda de un lenguaje propio, mezclando la música folclórica con la de cámara y elementos de jazz, música celta y pop. Siempre como hilo conductor el sonido que sobrevino por los siglos en Chiloé.

Jaime Barría comentó en su ocasión a Revista Travesía, que la fórmula de ejecutar con instrumentos de cámara, la música tradicional chilota, fue más que un invento, un descubrimiento, pues “nos dimos cuenta de que la misma formación era la de las bandas tradicionales de Chiloé, antiguamente, en el siglo XVII, había flauta traversa, violín, percusión y guitarra”, dice.

Esa conciliación artística que el mundo originario del sur, vale decir el huilliche, tuvo con el mundo español, y que los mapuches de más al norte no tuvieron por la resistencia, y los del centro del país menos por absorción cultural, es una raíz que permanece en la isla y que Bordemar supo sacar flor.

Los momentos de Bordemar son innumerables, como cuando una pareja de ancianos de Ancud tras un recital en 1983, relacionaron su música con la que ellos aseguraban haber escuchado desde mar adentro, según decían desde el Caleuche, el viejo barco fantasma de los mitos insulares.

Bordemar, que ha grabado seis cassettes y cuatro discos, significa la representación de Chiloé y el Reloncaví en todo el país, quizás similar a lo que aportó en su momento el escritor Francisco Coloane (de infancia chilota) a niños y jóvenes de todo el territorio. Esta caja de resonancia de identidad que genera el conjunto es algo que programas televisivos culturales, como Tierra Adentro o Los Patiperros, utilizan como banda sonora.

Además Bordemar es un embajador de Chile en el mundo, dado por conciertos que han realizado en Europa (ver arriba foto en Bretaña), o por la reproducción de sus sonidos en el espacio Identidades, del internacional canal de TV Discovery Chanell, o por reconocimientos más familiares para la Patagonia, como el Premio Personalidad Destacada en la Cultura Fiesta Rosa de la Mosqueta, Bariloche, Argentina, entre muchos otros.

Como dice Gardel, que 20 años no es nada, pero 25 ya son algo en el repertorio musical de este país y su zona sur.