viernes, 11 de marzo de 2011

Gracias querida gringa, a Catherine Hall: In Memoriam

Noticia
Gracias querida gringa, a Catherine Hall: In Memoriam

Viernes 11 de Marzo del 2011
Por Ricardo E. Ortiz Barría
En varias ocasiones hemos escrito acerca de nuestra música chilena y sus protagonistas y ello no es casual, ya que durante ya más de tres décadas hemos asistido y también por cierto participado, a través de distintas formas de su rico y variado quehacer. Hemos disfrutado y aprendido mucho y también nos sentimos siempre muy cercanos, tanto en las alegrías como también en las adversidades. Por lo anterior, hemos querido hoy dedicar la presente columna, a una gringa quien arribó hace ya 27 años a nuestro país, se enamoró del verdor inigualable del Seno del Reloncaví y de los tesoros y la gente del archipiélago mágico de Chiloé, decidiendo quedarse entre nosotros para siempre.

Incrédulos escuchamos la mañana del pasado domingo 6 casi a las 9 A.M. en el noticiero de una conocida radio de alcance nacional, la noticia del sensible fallecimiento la noche del día viernes 4 en la ciudad de Puerto Montt, de la flautista de la prestigiosa y querida Banda Bordemar Catherine Grace Hall (Q.E.P.D.). Parecía increíble se había ido nada menos que al alma de una gran Banda musical creada curiosamente, el mismo año de su arribo al país 1983 y dedicada al estudio, difusión, y creación del repertorio instrumental de la música de Chiloé, abarcando desde la colonia hasta el presente. Cathy además de música (acepción femenina de músico) fue también una muy destacada investigadora, amalgama perfecta que la llevó pensamos de manera natural, no solo a integrarse por merito propio a la banda, sino también a ser parte integral de la gente, la cultura y el entorno paisajístico de la zona en que eligió residir para siempre. Sus contribuciones como estudiosa y observadora a fondo de la cultura chilota, quedaron plasmadas entre otros textos fundamentales, en “Manual del pensamiento mágico” junto a Renato Cárdenas y Dante Montiel” y “Los Chonos y los Veliche de Chiloé” junto a Renato Cárdenas.

Como una persona alegre, optimista y solidaria la definían todos sus compañeros y a ello debemos agregar su chispa y su gran vitalidad escénica, de la cual fuimos hace algunos años testigos presenciales. Hace ya más de un década concurrimos a la sala del Instituto Cultural del BancoEstado en Santiago, a presenciar por primera vez un concierto de la Banda Bordemar, ya sabíamos entonces de “El Mirmicorleón bordemarino”, de “La cueca “Tierra Adentro”, ambos temas de la autoría de Jaime Barría Casanova nuestro querido “pariente” Director de la banda y, de la música tradicional del archipiélago como “La Huillincana”, aquella inmortal cueca que en homenaje a la mujer de Huillinco cerca de Cucao, escribiera el legendario músico acordeonista chonchino Liborio Bórquez Guzmán “Cuncuna” para sus amigos y que en 1962 fuera llevada por primera al disco(eso si, sin hacer mención entonces de su autor) con la maestra Gabriela Pizarro y su compañero Héctor Pavèz a la cabeza, por el Conjunto Millaray. Expectantes escuchamos la sobria y precisa presentación a cargo de un gran locutor magallánico Yerko Hromic y luego, comenzando el primer tema, ocurrió casi al primer minuto lo impensado, la flauta de Cathy simplemente no sonó, si, tal como se lee en plena presentación Cathy quedó musicalmente muda y entonces fue ahí en donde para grata sorpresa nuestra, afloró toda la chispa y garra de esta inolvidable música californiana, quien asumiendo que el problema de su instrumento, al parecer producto del largo viaje por tierra desde Puerto Montt era ya irreversible, comenzó a estimular a todo el publico presente, para que acompañáramos con las palmas a sus compañeros, demás esta decir que con aquella tan grande demostración de espíritu, se ganó justicieramente la mayor ovación de la velada.

Tiempo más tarde y gracias a un muy oportuno aviso, asistimos al teatro municipal de Lo Barnechea al pié de la Cordillera de Los Andes, a un concierto que nos llegó a lo más profundo del alma, habíamos tenido el privilegio de escuchar, gracias a la condición de sala construida en el subsuelo, de escuchar por primera vez a la banda, en condiciones acústicas insuperables, llegando incluso a emocionarnos hasta las lágrimas. Finalizada la presentación, nos dirigimos al sector de camarines, para hacerle entrega a Cathy de copias de algunas partituras de temas originales de aquella gran dupla autoral conformada por Manuel Andrade Bórquez y Porfirio Díaz Parra, entre ellas un corrido titulado “Barcarola chilota” que habíamos encontrado, con el fin de que ella a su vez le hiciera entrega de las mismas para el Archivo bibliográfico de Chiloé a su Director Renato Cárdenas. Nos recibió con gran calidez y al saludarla le dijimos que hasta ese día no creíamos en la existencia de el cielo, pero que al escuchar el casi celestial sonido de ellos, me habían convencido claramente de lo contrario, se rió de muy buena gana, nos agradeció a nombre de todos el comentario y muy interesada en el regalo que portábamos nos dijo que atendría un muy buen destino.

El que entonces sin imaginarlo seria nuestro último encuentro, tuvo lugar el año 2007 en el aeropuerto de Balmaceda, ambos embarcados en un mismo vuelo con destino a Punta Arenas, ellos Bordemar para participar en el cierre de las festividades de invierno y nosotros, para integrarnos al jurado preseleccionador del Festival folklórico en la Patagonia, grato nos resultó entonces el compartir con todos ellos, la tensa y larga espera en el principal aeropuerto aysenino, luego de lo cual, fuimos informados de que debido a la escasa visibilidad y acumulación de nieve en el aeropuerto Presidente Ibáñez de Punta Arenas, el vuelo se había cancelado y debíamos retornar algunos, hasta la ciudad de Puerto Montt para continuar viaje al día siguiente.

“Ella quería que le rezáramos un rosario chilote que incluye cantos, que tocara Bordemar, que bailáramos cueca y que nos comiéramos un asado de jabalí y hemos hecho todo para despedirla como ella quería: con alegría” así describió lo que fuera su último adiós, la violonchelista de la banda Soledad Guarda.

Se ha ido una gran música e investigadora chilena, porque se lo ganó como la que más, Te echaremos de menos, gracias por tanto querida gringa amiga, descansa en paz.