lunes, 18 de junio de 2007

Bonjour,Bordemar


Bonjour,
Bordemar

Grandes aplausos cosechó la banda folclórica Bordemar durante su viaje por la provincia francesa de Finistere. Su director, Jaime Barría, nos cuenta los detalles de una visita que sirvió para estrechar lazos entre dos culturas llenas de similitudes.

La provincia de Finistere, ubicada en la zona occidental de Francia, nos recibió un día de mediados de julio con un clima muy parecido al del sur de nuestro país. Estaba nublado y el cielo amenazaba con dejar caer la lluvia, aunque en el hemisferio norte era pleno verano.
Pero este viaje se había gestado mucho antes, específicamente, un sábado del mes de enero de 2004, cuando estábamos cenando en el restaurante Años Luz, en la Ciudad de Castro, después de finalizar un concierto. Renato Arancibia, su propietario, nos invitó para el día siguiente a navegar a la isla de Mechuque junto a una delegación de franceses. El tiempo estaba bueno y confirmamos nuestra presencia, para lo cual nos encontraríamos en Dalcahue a temprana hora.
Cargamos los instrumentos y partimos a navegar junto al grupo de franceses y otros amigos. Durante el trayecto nos presentaron a la delegación integrada por el senador Francois Marc; el alcalde, Jean-Pierre Breton; la encargada de cooperación internacional Laurence Arnoux y Julien Puissant, a cargo del programa. Su presencia se debía a la firma de un acuerdo de cooperación entre la provincia francesa de Finistere y Chiloé.
En esa oportunidad, nuestro Amigo Waldo Vera nos comentó que el ex alcalde de Finistere Marcel Laot, usaba una canción nuestra (“Nostalgia de la Pincoya”) para la celebración de los matrimonios civiles, ya que en Francia son esas autoridades las encargadas de realizar las bodas. Dicho sea de paso, que en su nombre se han entregado 111 becas a estudiantes rurales para terminar la enseñanza media en Chiloé.
Finalizado el viaje a la isla de Mechuque, bajo un atardecer calmo y brillante, el senador Marc nos aseguró que haría todas las gestiones para invitarnos al festival de Cornouaille, uno de los más importantes de la cultura bretona y que se realiza en la ciudad de Quimper.
Al cabo de un par de meses, confirmamos que la invitación que nos hizo el parlamentario, no sólo era fruto del entusiasmo. Así, después de una despedida que incluyó conciertos en Maullín, Castro y Puerto Montt, nos dispusimos a viajar el 16 de julio junto con Soledad Guarda en Violoncello, Catherine Hall en Flauta traversa, Eugenia Olavaria en Violín y Fernando Alvarez en Guitarra.

CALUROSA RECEPCION
Con una población de 850 mil habitantes, la similitud de los rasgos geográficos, agrarios y marítimos, es lo primero que nos llama la atención de la provincia de Finistere. En la localidad de Lorient, nos espera Laurence y Enora, quienes son las encargadas de recibirnos, en representación del Consejo General de Finistere.
Desde allí, viajamos a la Villa de Mahalon, donde nos alojaríamos en una casa de campo cuya construcción data del año 1600, aunque contaba con todas las comodidades modernas. Era de piedra y destacaba un pozo de agua que se conserva en perfecto estado. Los campos aledaños estaban sembrados con trigo, maíz y papas.
Nuestra primera presentación es en la ciudad de Quimper, en el marco del Festival de Cornouaille, que cumplía su versión 82. Desde las 10 de la mañana hasta las 22 horas, hubo diversas actividades musicales y entre los invitados estaban Dan Ar Braz, Chico (ex Gipsy Kings) y Rokia Traore, de Africa. Además, muchos grupos locales. Por eso, el sonido de las gaitas inundaba la ciudad.
Actuamos por dos días en la plaza San Corentin, donde está su monumental iglesia. Cada año, en las semanas de festival se concentran miles de personas de todas edades, turistas, habitantes de la ciudad, compartiendo en grupos comidas “ligeras” (como choritos con papas fritas) cervezas y sidra de manzana, mientras los niños juegan y corren por todos lados.
La recepción del público ante nuestra música nos asombró. No esperábamos tal recibimiento, tratándose de una cultura que no conocíamos, a pesar de que a medida que pasaron los días, fuimos descubriendo su parecido con la cultura chilota. Temas como el “Camahueto”, “Catay” y “Rin a Calbuco”, entusiasmaron a los asistentes.
Después de uno de los conciertos, hubo una recepción oficial en la sede del Consejo General. Allí, el vicepresidente del Consejo, el alcalde, el encargado de Cultura y otras personas nos dieron la bienvenida,. Realmente nos sentimos muy bien acogidos, nos emocionaron los discursos y los obsequios que nos ofrecieron.
Los días siguientes seguimos viaje a diferentes ciudades y villas de la Bretaña Francesa. Ergué-Gabéric, Pont-Aven, Le Guilvinec, Concarneau, Sizun, fueron parte del recorrido y en cada una de éstas, fuimos igualmente recibidos de forma maravillosa.

DESPEDIDA CON HONORES
Realizamos algunas reuniones con el encargado de finanzas y cultura para ver la posibilidad de cooperar con asistencia técnica a la escuela artística de Castro como profesores visitantes, intercambio de experiencia docente, mallas curriculares, entre otras ideas.
Dejamos a muchos nuevos amigos de la Banda. Como Corin, una francesa que vivió en Chile y tiene tres hijos muy lindos, dos chilenos y una niña nacida en Madagascar. Ella es la encargada de una casa de reposo donde realizamos una presentación ante 80 abuelos. El primer tema que presentamos allí fue el Vals Archipiélago, y cuando lo interpretamos vi caer algunas lágrimas entre los ancianos. Nos enseñaron la canción antigua de marineros, “Nous irons a Valparaíso”, muy parecida a la música chilota. Después nos invitaron a todos a su casa, también construida en 1600.
En Gilvinec, que es un importante puerto pesquero, vimos muchas naves, entre ellas una que se llama Valparaíso. Aquí se organiza un festival de música del mundo. Tocamos junto a un grupo de Brasil y Angola y finalizamos las presentaciones en una Isla fortificada llamada Concarneau. En la despedida, el alcalde de Sizun nos entregó la medalla de honor de su ciudad.
Todo este viaje superó nuestras expectativas. Las personas fueron muy cálidas y acogedoras, la organización excelente y todos los integrantes de la banda quedamos muy contentos al poder presentar nuestra música a otros públicos del mundo, contribuyendo al acercamiento y conocimiento mutuo de los pueblos de las dos provincias, permitiendo difundir la cultura chilota además de comprobar las muchas semejanzas que comparten los dos territorios, sus características marítimas y rurales, y sus tradiciones impregnadas de religiosidad y de historias de mar.








Músicos “de
exportación”

El conjunto de música Bordemar fue creado en 1983 en Puerto Montt, por Jaime Barría Casanova. Desde sus inicios se definió como un grupo de estudio, difusión y de creación del repertorio instrumental de la música de Chiloé, que abarca desde la colonia hasta nuestra época.
Esta labor los ha llevado a abordar en distintos momentos de su carrera, repertorios tales como las primeras formas instrumentales del archipiélago, basadas algunas en lo folclórico y otras en la música de cámara occidental.
Bordemar ha tocado a los largo de casi todo el territorio nacional y en las más prestigiosas salas y plazas del país, como del archipiélago de Chiloé, recibiendo elogios comentarios de la crítica y del público.
Ha realizado programas de radio y de televisión en el país y en el extranjero. Es así que según la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, su música ha sido utilizada en más de 32 programas de televisión.
La Banda Bordemar ha grabado varios discos y recibido diversos premios por su destacada labor de difusión artística y cultura.