miércoles, 13 de junio de 2007

LA MÚSICA MESTIZA DE CHILOÉ/Daniel Swinburn

Entrevista a Jaime Barría, Director de la Banda Bordemar:

La música, como la palabra, ha sido tradicionalmente una de las expresiones culturales más sensibles a los períodos de cambio que vive una sociedad. Chiloé no es la excepción y su historia musical desde el siglo XVI es rica en adaptaciones y soluciones muy locales de corrientes universales.

La imagen arquetípica que tiene el turista y el habitante de las ciudades del país sobre Chiloé se ido formando de manera importante con la popularización de algunos ritmos y melodías isleños, iniciada por unos treinta años por numerosos conjuntos folklóricos que han nacido incluso en el continente. Sin embargo la repetición mecánica de algunas canciones por los medios de comunicación y la simplificación o idealización que hacen algunas letras y bailes de una realidad múltiple, han ido dibujando inevitablemente un Chiloé de carátula y estampa, que se aviene poco con lo que realmente sucede en la isla en materia musical. Si bien no se ha llegado al divorcio entre la música “real” que componen en la isla y la que producen los conjuntos folklóricos, el peligro está presente. Los extremos esta caer en el mero folklorismo o asimilar ritmos ajenos sin realizar una lectura local de ellos. Demostración de esto último es la música popular mexicana- la ranchera especialmente- que con la llegada de la radio hace varias décadas se impuso en los gustos del chilote de manera definitiva casi sin modificaciones. Dicha tendencia tiene su expresión más reciente en la música rock, pues trae en sí mismo una substancia rítmica que hace difícil el diálogo con otras culturas musicales.
La Banda Bordemar, fundada en 1983 por un grupo de músicos isleños, es una síntesis cultural notable. Sus composiciones sacadas de la tradición rítmica y melódica chilota son interpretadas con “instrumento y armonía de concierto clásico”, logrando en su ejecución un bello resultado. Su objetivo es crear una nueva estética musical de Chiloé. “La mezcla que realiza - afirma una crítica - está lejos de ser un híbrido”.
Artes y Letras conversó con el director de “Bordemar” acerca de la historia musical de la isla y de su proyecto musical compartido con otros cuatro instrumentistas.

-¿ Qué raíces tiene la música chilota? ¿Religiosa?
-Sí. Al igual que el vasto mundo que denominamos la “tradición cultural de Chiloé”, la música tiene fuertes raíces en lo religioso. Probablemente las “bandas” que acompañaban a las procesiones tocando los pasacalles, más la enseñanza del Evangelio, valiendose de la poesía y de la versificación del canto, fueron la primera música que se escuchó en el archipiélago.

-¿ Qué importancia ha tenido la Iglesia en la conformación de la cultura musical chilota?
-Una importancia fundamental, ya que los misioneros jesuitas y franciscanos sembraron el lenguaje musical característico de la zona. Como señala Rodolfo Urbina en “ La Periferia Meridional Indiana”, el más completo texto histórico sobre los origenes de la cultura chilota, uno de los desafíos que tuvo la evangelización fue cambiar la tradición existente entre los pueblos que habitaban el archipiélago, de no agruparse, de vivir dispersos. Por tanto la edificación de capillas, su ritual, entre ellos la música, tuvo un propósito aglutinado en el que las procesiones eran fundamentales.

-¿Y los jesuitas? ¿Se puede comparar su labor en este campo a la que tuvieron en las misiones paraguayas?
-Creo que sí. Con su llegada, al rededor de 1600, no solo reorientan los nuevos patrones religiosos, sino que muestran una visión del mundo occidental y cristiano. Enseñan a fabricar instrumentos y transmiten el consumado arte de la polifonía vocal. Algunos de ellos realizaban temporalmente su misión en Paraguay, como por ejemplo el hermano coadjutor Luis Berger, de gran habilidad en el arte musical. En 1636 llega a Chiloé el padre Francisco van der Bergh, quien introdujo los cánticos en las misiones y fue más conocido con el nombre de Vargas. También fue enviado algunos años a trabajar con el hermano Berger. Tal vez por la procedencia de ambos padres, la enseñanza musical que recibieron fue de la escuela franco-flamenca, transmisores en toda Europa de la polifonía vocal, un música de intimidad espiritual que buscaba el recogimiento y la contemplación.

-¿Cuáles serían las principales características de la música chilota que la diferencian de la del continente?
-Una de las características singulares de la cultura de Chiloé es su capacidad de transformación, de absorción, de mestizaje. En este sentido las influencias en la música, si bien puede tener componentes similares a otras zonas de Hispanoamérica, en Chiloé toman una forma propia precisamente por su natural hibridez y por su aislamiento geográfico, producto de haber recibido casi exclusivamente la influencia española del siglo XVIII.
-¿Cuántos ritmos musicales pueden ser clasificados como chilotes?
-En el siglo pasado eran muchos, pues no estaban ajenos a las influencias y el acontecer europeo: Chiloé era el último paso entre los océanos Pacífico y Atlántico. Entre los ritmos que pueden ser clasificados como chilotes están las periconas, sirillas, rin, chocolate, nave, cielito, cuecas, vals, pasacalles.

-¿Cómo ha sido la evolución de los principales de ellos hasta la actualidad?
-Por esta capacidad de mimesis que tiene la cultura chilota ha habido una constante incorporación de otras influencias con el tiempo: la mexicana, que en Chiloé tiene una gran acogida, y también los instrumentos electrónicos. En algunas procesiones se ha incorporado incluso la guitarra eléctrica o la radiograbadora.

-¿Dónde se practicó la música en una primer momento? ¿En la Iglesia, la casa familiar? ¿Es una manifestación de la comunidad?
-Yo creo que una de las singularidades de la música de Chiloé es que comenzó siendo música publica, de ritual. La música más intima, de fiesta, vino después.

-¿Cuándo comienza a ser conocida la música chilota en forma masiva fuera de la isla y qué causas influyeron en ello?
-Pienso que fue con la llegada de un grupo de investigadores de la Universidad de Chile, por la década del 40, las visitas periódicas que hacían entre ellos músicos como Carlos Lavín, Margot Loyola, Violeta Parra, Gabriela Pizarro ,Héctor Pavez entre otros, registraron fonográficamente todo el material musical. Ellos han tenido una gran incidencia en la difusión y en la formación de los grupos folklóricos de mayor seriedad de Chiloé, como son los del Magisterio.
-¿A qué o a quién le canta el chilote en sus canciones?
- Hay temas que son recurrentes en la música popular: el amor, la despedidas, la geografía, y curiosamente el chilote también le canta a España. No hay que olvidar que los chilotes siguieron fieles a la corona española hasta 1826 y que, por ejemplo, para el desastre de Rancagua- que para Chile fue un “desastre”-para los chilotes fue un triunfo, pues ellos habían enviado tropas que pelearon por los españoles, y que a su regreso a Castro fueron vitoreados y recibidos como héroes mientras en Chile comenzaba la Reconquista.

-La imagen que maneja el chileno de Chiloé está muy marcada por alguna canciones de la tradición musical de la isla:”La Minga”,”Ese chilote marino”, Voy pa`Quellon”, “Quiero comer curanto”...y otras.
¿Cuál es su opinión acerca de la influencia que ha tenido la música de la isla en la configuración de una imagen arquetípica de su propia cultura?
-Todas esas canciones que usted nombra fueron realizadas por chilenos, y los arquetipos con que se conoce al chilote, como el gorro de lana y los chalecos chilotes son imágenes que se han creado en Santiago y que tienden a la caricatura. La música de la isla se refiere a asuntos distintos, creo yo, y tiene que ver con imágenes que reflejan los hábitos cotidianos en el mar, la vida rural y en general los oficios y el entorno. La forma y el ritmo de la Banda Bordemar en particular tienden a crear una imagen más cercana a esa descripción

-¿Ha existido el peligro del folklorismo?¿En qué forma?
-Sí. Lo absurdo de todo esto es que la caricatura ha tenido tal efecto que los propios grupos folklóricos de la isla invitan a los autores de ese Chiloé “de cartón piedra” para que les enseñen sus canciones. Es algo muy extraño y hasta divertido.

-¿Qué impacto ha tenido en la música el desarrollo económico y cultural que ha vivido la isla en los últimos veinte años? ¿Cuáles han sido las manifestaciones más evidentes que ha provocado el cambio? ¿Nuevos Ritmos? ¿Ha habido un empobrecimiento de su cultivo?
-Los cambio que ha sufrido el archipiélago los últimos años han sido tan grandes que es difícil todavía hacerse una idea siquiera vaga de sus efectos y menos de un juicio negativo o positivo de sus consecuencias. Por las características de la cultura del archipiélago es probable que adapte y tome como propias ciertos elementos del vendaval de la modernidad. Desde ese punto de vista podría pensarse que los cambios han venido a enriquecer las tradiciones preexistentes. En Chiloé no existía originalmente la cocina a leña. lo que había era el fogón, y cuando a principios de siglo aparecieron las primeras cocinas a leña hubo voces que condenaron su influencia en la vida que se había venido dando por siglos en torno a ese fuego. Hoy, sin embargo, hay pocas cosas consideradas tan chilotas como la cocina a leña. La Banda Bordemar es producto de esa modernidad que hoy llega a Chiloé y que probablemente cambiará a las cocinas a leña por estufas de combustión lenta y hornos microondas. Nosotros tocamos leyendo partituras, usamos sintetizadores, sonidos pregrabados y buscamos la mejor tecnología para editar nuestros compacts.

-¿La música que se cultiva en las ciudades es muy diferente a la del campo?
-Es difícil saberlo a estas alturas porque los músicos, los cantores populares y campesinos- como todos los chilotes- son eternos viajeros. Antes eran navegantes. Hoy viajan en buses o de cualquier otro forma. En Chiloé es muy común estar partiendo o llegando. Basta para comprobarlo escuchar por la radio la hora de los mensajes para el campo. La música es también itinerante. En muchos temas de hoy están incluidas las salmoneras, las motosierras, los schip, la contaminación. Y junto a esto las ciudades y pueblos chilotes siguen siendo muy rurales. Si uno las mira desde un avión descubre que detrás de sus fachadas a la calle hay enormes patios con huertas, chanchos, maleza y siembras de papas: es el campo en la ciudad. Y al revés, la gente del campo cosecha papas en blue jeans, se sabe de memoria todos los códigos de los multicarriers y las mujeres usan poleras con imágenes de “Moders Talking”.

¿Qué papel tienen dentro de la tradición musical de la isla los cantores campesinos?
-Los cantores campesinos y en general los cantores populares son la abeja que esparcen el polen. Su rol ha sido crucial en la transmisión de una tradición que hace tan sólo algunos años no tenía manera de registrarse.

La Banda Bordemar
La Banda Bordemar fue producto de la combinación de necesidad de expresión y también de casualidad. En 1983, después de volver de estudiar música en la Universidad Austral, Jaime Barría junto a otros amigos buscaron personas que tocaran algún instrumento. La casualidad hizo que quienes respondieron a su llamado pasaron a constituir la misma formación de las bandas tradicionales chilotas del siglo XVIII (Viola, flauta traversa, guitarra y piano)
-¿Por qué se llama banda?
-Porque decidimos rescatar la antigua tradición de las banda religiosas chilotas. Estas bandas operan aún hoy, en la fiestas de los santos patrones de cada capilla. Están integradas por acordeón, guitarras y percusión. Antiguamente eran acompañadas por violín y flauta traversa. Con la aparición de la acordeón en 1920 más o menos, poco a poco remplaza al violín. La banda era una grupo instrumental que ejecutaba piezas al aire libre durante las fiestas y procesiones. Se distingue entre la banda civil y militar. La banda civil no poseía literatura musical propia y sus origenes están en las en las charangas, que se constituyeron en la edad media en las cortes de Italia y Alemania. En España se les llamo Fanfare.

-Cual es la propuesta cultural de la banda?
-Hablar de propuestas culturales es algo pretencioso. Preferiría hablar de proyectos, un trabajo en marcha. Tratamos de realizar en general una música reflexiva, descriptiva, que utiliza formas y ritmos tradicionales sobre los que crea o recrea, según sea el caso, nuevas ideas melódicas.

-¿Qué otros conjuntos actuales que cultivan la música isleña podría usted mencionar?
-La mayoría son grupos del magisterio que han continuado la linea folklórica tradicional. Conjuntos como Llauquil de Quellón, los Niños de Nahuildad, Los Remeros de Compu, Senda Chilota, Caituy, Quenuimar entre otros, son los que hoy día cultivan la música isleña. En los campos se ha revitalizado la idea de acompañar las procesiones con bandas de músicos. Bordemar toca mucho en las escuelas y liceos del archipiélago y nos damos cuenta de que entre los jóvenes hay gran interés por esta nueva y vieja música de Chiloé.

Diario EL MERCURIO, Suplemento Artes y Letras, Domingo 11 de Diciembre de 1994, Santiago.